Las compañías se están enfrentando a un mercado cada vez más cambiante. Clientes que requieren nuevos productos o servicios a los que tradicionalmente recibían. Por otra parte, la revolución digital que comenzó hace años con el aumento de datos, la posibilidad de conectarse en lugares antes impensados, junto con la inteligencia artificial, remodelaron las expectativas de los clientes. Esto potenció a las empresas para que redefinan las fronteras donde deberían desarrollarse.
Todo lo que hasta ahora delineaba “reglas y fronteras” en las organizaciones, empezó a hacerse difuso. Así, se empieza a identificar que las fronteras de las industrias tradicionales se desdibujan. Empresas que se transforman, de ser automotrices pasan a brindar soluciones de movilidad. Otras, de ser retailers se convierten en video streaming. Del rubro tecnología a servicios financieros. De farmacias a centros de gestión sanitaria. Y así, se pueden encontrar muchos ejemplos, incluyendo a las llamadas nativas digitales que nacen sin ningún tipo de límite o restricción física. Repasemos casos reales. Quizás uno de los más comentados es el de Kodak y lo que le sucedió en la industria de las cámaras fotográficas. Fue precursor en la fotografía digital pero no alcanzó a transformarse a tiempo ya que le llegó un competidor impensado, de otra industria: telecomunicaciones. Sumó a los smartphones una enorme cantidad de funcionalidades que afectó duramente a jugadores de innumerables industrias, además de la fotografía, calculadoras, relojes, GPS entre otras.
De esta manera, a medida que los límites entre los sectores de la industria continúan desdibujándose, los ejecutivos de muchas empresas tradicionales se enfrentarán a nuevos jugadores que no habían visto antes como potenciales competidores; los que persiguen objetivos diferentes a los de sus rivales tradicionales.
Es decir, se genera un quiebre con la llegada de un competidor con una nueva proposición de valor que afecta a la competencia dentro de la industria, borrando los límites y derribando la estructura tradicional existente. Este “quiebre” no es solo por una competencia adicional, sino que se están redefiniendo los cimientos de esa competencia. Se está cambiando el juego al que las compañías estaban acostumbradas a jugar. Cambia la cancha, la formación de los equipos y las reglas del juego.
En este nuevo entorno se requieren capacidades diferentes a las existentes. Defender la posición de la compañía es una misión crítica, pero también lo será buscar y capturar todas las oportunidades posibles acelerando cambios. ¿Se está en condiciones de desarrollar todas esas capacidades al mismo tiempo? Todos los días se pueden observar cómo grandes compañías empiezan a darse cuenta de que la “vieja forma de ganar” ya no es tan efectiva como solía ser. Esta disrupción muestra que el “juego” está cambiando, que tiene diferentes objetivos y que las reglas usadas para evaluar al competidor ya no son tan aplicables. En esta nueva “competencia” con jugadores que están jugando más allá de los límites empieza a vislumbrarse que cada vez más industrias convergen bajo alineaciones nuevas, más amplias y dinámicas, a lo que comenzamos llamando ecosistemas.
Sé parte de la transformación, sumate al ecosistema
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